martes, 18 de octubre de 2011

Relato # 1.

Ella. Qué sexis son sus labios, carnosos, guardan unos dientes blancos inmaculados. Se acerca a mí con esos andares suyos, joder, cómo me gusta. Lo veo venir, pero realmente me sorprendo cuando su boca se junta con la mía. Qué bien sabe, podría pasarme así el resto de mi vida. Nuestas bocas fundidas, su lengua en la mía, nos estamos empezando a acelerar.

-Mi casa está aquí cerca- la digo.
-Pues vamos allí.

En el ascensor empieza el juego otra vez. Es lanzada, pero al mismo tiempo parece contenerse hasta que pasemos por mi puerta. Por fin llegamos. Cierro detrás de mí y al darme la vuelta ahí está ella, que me besa con ardor, intansamente. Estoy perdiendo el control de mis pensamientos, la cojo de la cintura, la pongo contra la pared y la beso en el cuello, la cojo mientras nos seguimos comiendo y a tientas llegamos al salón, a mi sofá. La tumbo, desenfrenados nos descubrimos bajo la camiseta, y se la quito, y recorro su cuerpo con la lengua, despacio, saboreándola, mientras oigo que se le entrecorta la respiración.

-¡Vamos a la cama!

Y a la cama vamos, desnudándonos por el camino, embargados por el deseo, tocándonos hasta gastarnos. Tanga y sujetador a conjunto, negro y rojo. Dios, cómo me gusta ese cuerpo, es perfecto, su pelo rubio lo es. Ahora ha decidido que controla ella la situación. Me echa en la cama y me besa el pecho, sensualmente, descendiendo poco a poco. Creo que estallaría del placer. Vuelve a mis labios, y los besa suavemente, me suspira en el cuello y lo besa. Estoy excitado, mucho. La quito el sujetador, revelando sus pechos perfectos, suaves. Ahora ella está debajo mío, con los ojos cerrados y sonriendo. la beso en el estómago, en el vientre, descendiendo. Voy a descubrir su secreto. Le bajo el tanga, está depilada, me encanta. Hundo la lengua en su coño, y ella gime de placer. Tras ello, me pone el condón, me tumba y se pone encima de mí, y lentamente empiezo a penetrarla. Voy a estallar del placer, es increíble, qué bien lo hace, me mir, me toca, me besa. De repente, su expresión cambia, y empieza a acelerar. Yo llego al orgasmo, estoy rebosante de deseo, y ella también. Llega el punto culminante, su orgasmo, música para mis oídos. Cae sobre mi pecho, sonriente, y me besa levemente. Es momento de descansar un rato.